En la revista española OchoxOcho (número 10, año 1983) apareció esta visión sobre el tercer campeón mundial:
Su estilo de juego, con un fino sentido en el arte de la simplificación, fue un auténtico prodigio. Jugaba con gran facilidad y dominaba perfectamente los finales y el juego posicional. Esta mencionada y evidente facilidad fue su mayor defecto, al mismo tiempo. En su match con Alekhine, disputado tras su contundente victoria en el gran torneo de Nueva York, de 1927, delante de Alekhine y otros ases del momento, le hizo acudir a Buenos Aires sin la debida preparación. Apareció fatigado en muchas partidas, malogrando posiciones ganadoras, ante el asombro de todos. No era un auténtico profesional y esto representó un hándicap, cuando se enfrentó a la voluntad indomable de Alekhine. Pudo haber sido mucho más en ajedrez José Raúl Capablanca, al que quizá le faltó afición, como suele ocurrir con los niños-prodigio al hacerse hombres. Pero, de cualquier modo, en la historia del ajedrez tiene un lugar de honor, con categoría de verdadero genio. (...).
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