Gödel, Escher, Bach: an Eternal Golden Braid (Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle, en español) es un libro de Douglas R. Hofstadter, publicado en 1979 por Basic Books, que ganó el Premio Pulitzer. Su subtítulo de portada era: "Una metafórica fuga sobre mentes y máquinas en el espíritu de Lewis Carroll".
En él encontramos varias alusiones de carácter ajedrecístico, entre las cuales queremos destacar hoy la siguiente afirmación, en la que se hace referencia a la habilidad del músico alemán Johann Sebastian Bach (1685-1750) para componer sus fugas (traducción propia del inglés):
Se podría probablemente comparar la tarea de improvisar una fuga a seis voces con jugar sesenta (sixty) partidas simultáneas de ajedrez a la ciega, y ganarlas todas. Improvisar una fuga a ocho voces está verdaderamente más allá de la capacidad humana.
Resulta curioso observar cómo tal proeza ajedrecística puede quedar sensiblemente disminuida ante el gran público no especializado cuando se cita el fragmento anterior en otras obras, como por ejemplo en la edición española de La cultura. Todo lo que hay que saber, por Dietrich Schwanitz (Taurus/Santillana, Madrid 2007, página 313), en la que las sesenta partidas a ciegas quedan reducidas a seis, lo que sin duda está más acorde con la capacidad de los seres humanos (?).
Recordemos que el famoso récord a la ciega de Miguel Najdorf (São Paulo, 1947) consistió en 45 partidas sin ver (+39 -2 =4), y el discutido de Janos Flesch (Budapest, 1960) en 52 partidas sin ver (+31 -3 =18). En cualquier caso, queremos destacar del párrafo mencionado la enorme dificultad de ganarlas todas, puesto que ello no ha sido logrado ni por los más destacados especialistas mundiales de todos los tiempos, ni siquiera con un número de tableros mucho menor.
Resulta curioso observar cómo tal proeza ajedrecística puede quedar sensiblemente disminuida ante el gran público no especializado cuando se cita el fragmento anterior en otras obras, como por ejemplo en la edición española de La cultura. Todo lo que hay que saber, por Dietrich Schwanitz (Taurus/Santillana, Madrid 2007, página 313), en la que las sesenta partidas a ciegas quedan reducidas a seis, lo que sin duda está más acorde con la capacidad de los seres humanos (?).
Recordemos que el famoso récord a la ciega de Miguel Najdorf (São Paulo, 1947) consistió en 45 partidas sin ver (+39 -2 =4), y el discutido de Janos Flesch (Budapest, 1960) en 52 partidas sin ver (+31 -3 =18). En cualquier caso, queremos destacar del párrafo mencionado la enorme dificultad de ganarlas todas, puesto que ello no ha sido logrado ni por los más destacados especialistas mundiales de todos los tiempos, ni siquiera con un número de tableros mucho menor.