Siguiendo la Estela Averbaj, publicamos, con fotos en exclusiva, la conversación que mantuvieron en Moscú, 1994, el gran maestro y ajedrólogo Yuri Averbaj y el poeta Eduardo Scala:
Scala: — Maestro, hoy filmábamos el Monasterio Novodévichi, o Monasterio de las Doncellas, completamente nevado, donde existen las cúpulas doradas más bellas de Moscú, y la célebre Torre Octogonal, memoria del Infinito y leitmotiv del documental sobre el Templo del Ajedrez que estamos produciendo. ¿Qué puede decirnos del 8, rector del ajedrez?
Fotografías: © Chema Castelló
Asimismo reproducimos, con expresa autorización, fragmentos del espiritual diálogo
publicado por la revista Jaque, Madrid, mayo, 1995, que aparece completo
en forma de separata en el librito en forma de escaque La semilla de Sissa (primera edición), Jaque Siglo XXI, Madrid, 1999; y puede encontrarse también en La semilla de Sissa (segunda edición), Editorial Delirio, Salamanca, 2010 y en El Juzgador de Ajedrez, Ediciones Árdora, 2014:
Diálogo en torno al sufismo del Ajedrez
Yuri Averbaj - Eduardo Scala
Yuri Averbaj - Eduardo Scala
Scala: — Maestro, hoy filmábamos el Monasterio Novodévichi, o Monasterio de las Doncellas, completamente nevado, donde existen las cúpulas doradas más bellas de Moscú, y la célebre Torre Octogonal, memoria del Infinito y leitmotiv del documental sobre el Templo del Ajedrez que estamos produciendo. ¿Qué puede decirnos del 8, rector del ajedrez?
Averbaj: — Vivo muy cerca de ese monasterio. En el origen, en la India, antes de que surgiera el ajedrez, existía el cuadrado del 5 (5x5), que era utilizado, principalmente, como instrumento de cálculo. Más tarde apareció el cuadrado del 8 (8x8), también como ábaco. Este cuadrado fue empleado para casi todos los juegos de mesa. Posteriormente, aparecieron otros cuadrados mayores (10x10, 12x12, etcétera), pero curiosamente el único que sobrevivió fue el del 8, que sirvió para el ajedrez. En realidad, no se sabe si primero fue un ábaco y luego un espacio con dimensiones mágicas, o al revés. Ignoro por qué prevaleció este cuadrado sobre los demás. Tal vez porque no es demasiado pequeño ni demasiado grande, tiene una medida intermedia y quizás ésta resulte la más adecuada.
— Sí, el cuadrado del ocho corresponde a Mercurio, que representa lo intermedius. Es decir, el cuadrado mágico o sello del 8 corresponde a la Inteligencia Universal (Thoth, egipcio; Hermes, griego; Mercurio, romano). Es muy importante que los ajedrecistas entiendan de una vez por todas que el ajedrez es un arte mercurial y no está regido por Marte. Por consiguiente, no es un juego de guerra, pues en ese caso tendría que desarrollarse en su cuadrado del 5 (5x5), sello de Marte. El ajedrez, pues, es el juego de los filósofos, salomónico, como el 8 serpentino indica. Representa una cosmogonía, eso sí, con sus combates espirituales entre el orden y el caos, la luz y las tinieblas, pero no tiene nada que ver con lo militar. En la India, el cuadrado del 8 o Ashtapada se encuentra en multitud de templos, es un mandala que con su octógono (volvemos a nombrar la Torre de Novodévichi) simboliza la fusión del cuadrado y el círculo, síntesis del Cielo y la Tierra. En Occidente, los templarios construyeron muchas iglesias con base octogonal, representaciones de la Totalidad, de ahí que el ajedrez sea el juego del espacio-tiempo, infinito-finito, sintetizado en el caduceo del 8. Creo que es fundamental entender esta noticia, empezando por los maestros que juegan al ajedrez como guerreros. Por otra parte, usted habla únicamente del uso del espacio sagrado (el cuadrado del 8), es decir, de su utilización práctica, como ábaco. El ábaco, la más antigua computadora e instrumento de ordenación, también es sagrado, de ahí la leyenda del grano de trigo (precisamente los romanos consagraban el trigo a Mercurio) y de su gigantesca suma y cálculo hallado a través del tablero de ajedrez.
— Como yo soy un hombre lógico, con un sentido común bastante desarrollado, creo que primero el cuadrado del ocho tuvo una función pragmática y se utilizó para calcular, y de este uso, por añadidura, surgieron las interpretaciones más abstractas o etéreas. (...)