La comparación de la vida humana con el juego del ajedrez es bastante conocida. Por poner un ejemplo, he aquí un fragmento del inmortal Quijote (Segunda parte, capítulo duodécimo):
"—Brava comparación —dijo Sancho—, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego cada pieza tiene su particular oficio, y en acabándose el juego todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura".
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