"Mis cincuenta partidas con maestros" (como puede verse en la imagen, el título apareció entrecomillado) fue un libro publicado en 1945 en Madrid por la Editorial Dossat. Como autor figuraba "Pomar", aunque en la portada aparecía al mismo tiempo "Prólogo y glosa por Manuel de Agustín".
En ocasiones se ha discutido la autoría de Pomar (nacido en 1931), y hasta qué punto intervino realmente en la obra, pues tan solo tenía unos 14 años en el momento de su aparición. Aquí solamente señalaremos al respecto algunas referencias significativas extraídas del propio libro:
"Recoger en un libro la labor temático-ajedrecística de Pomar sería sencillo e interesante sin duda, pero ni explicaría nada, ni serviría esa digna y noble curiosidad del humano conocimiento.
Por eso la Editorial, al encomendar expresamente la obra a quien sobre los conocimientos profundos del ajedrecista de altura une las de literato destacado y conocido del público por su amena expresión, ha intentado exactamente la publicación del libro que hoy se da a luz, superado en cierto modo, respecto al deseo inicial, mediante la feliz expresión lograda por el glosador (...).
Así, aunando la autopresentación del niño con el objetivo estudio realizado por Manuel de Agustín, el lector de habla castellana podrá prescindir de otras interrogantes y atenerse a la lectura de una objetiva y seria información". (Proemio editorial).
"Finalmente, Arturo Pomar. Pero de éste no queremos hablar aún; más adelante encontrará el lector el libro que él ha escrito sobre sí mismo, y decimos que él lo ha escrito porque con sus triunfos y sus hazañas ha llenado capítulos de una vida que nosotros recopilamos y ponemos en limpio para que sea leída". (Página 4).
"Lo cierto es que el libro debe corresponder por entero a Pomar, sin importar lo demás. Pomar no es tampoco él por sí solo. Pomar son todos los ajedrecistas españoles." (Página 201).
"Leídas estas páginas de «Pomar», le queda al autor (y al lector debe quedarle también) la convicción de que el libro no ha terminado. Se ha interrumpido solamente; lo único que cambiará es el carácter de la letra, el trazo de la pluma y el fondo de intención. De ahora en adelante sus páginas debe escribírselas él. Ya no necesitará que nosotros le llevemos de la mano. Ya empieza a ser un hombre. La vida le pondrá ante la realidad, de donde nadie tiene obligación ni derecho a sacarle. Él, por sí solo, ha de salir. Si libra con bien estas batallas, Arturo Pomar, el que a través de estas páginas hemos retratado como niño prodigio, podrá llegar a ser un genio o una figura notable en el concurso mundial de los hombres. Si sale mal, será un meteoro fugaz, pero brillante, que un día aparatosamente se encendió en el firmamento para apagarse en el olvido". (Páginas 202-203).
Dejamos al lector que saque sus propias conclusiones. Nosotros nos decantamos más bien por la clara autoría de Manuel de Agustín, pero en qué medida intervino la mano de Arturo Pomar en esta obra (si es que lo hizo) es algo difícil de dilucidar.